miércoles, 6 de abril de 2016

City Hall, La Estación del Ayuntamiento del metro de New York

Todo lugar abandonado tiene una magia especial, a la vez que esconde oscuros secretos. En el caso de Nueva York, estamos ante una ciudad en la que cada recoveco te habla, te susurra y te puede poner los pelos de punta. Es muy importante, a la vez que difícil, saber moverse por ella, Su titánico tamaño esconde toda clase de secretos, que no podemos comprender a simple vista. Y si los analizamos, el resultado puede ser apabullante. 

El eje principal de esta ciudad se distribuye a través de las líneas de metro. Muchas de ellas han sido abandonadas en algún momento a lo largo de más de 100 años. Y esconden historias y leyendas que muchos conocen, las han oído, pero no siempre se pueden vivir de primera mano. Seguramente solo aquellos más sensibles y afines al mundo espiritual puedan ver lo que de verdad se esconde tras estas historias.

He decidido comenzar por La Estación del Ayuntamiento, ya que aunque en la actualidad es una estación fantasma, esta funciona como lugar de giros de los trenes de servicio. Y por ello, lo primero que quiero es proponeros un desafío. Coged el metro por la noche, y buscad una línea que pase por esa zona. Elegid a poder ser un vagón solitario. Cerrad los ojos, relajaos y escuchad lo que la soledad de la estación os brinda. Y si sois lo suficientemente perceptivos, oiréis sus susurros, notareis como una brisa eriza vuestra nuca, como os hablan, como intentan contaros su historia.
Uno de los túneles de City Hall

Hace unas noches decidí explorar esta pequeña maravilla. Para poder conocer la zona de primera mano, me acerqué a pié, introduciéndome por las zonas de mantenimiento,  El vagón de metro me aislaba la experiencia, quería vivirla de primera mano. Nada más poner el pié en el inicio de la estación todo cambió. A medida que avanzaba empecé a escuchar pasos. Estos cada vez se acercaban más. Creí que sería uno de los operarios de mantenimiento, aunque me pareció improbable a esas horas. Y tras avanzar unos metro lo vi. En efecto, a primera vista era un trabajador, ataviado con luz tanto en el casco como en una linterna que portaba en su mano derecha. Antes de continuar avanzando logré sacar una fotografía. Todo parecía de lo más normal. hasta que a escasos metros la figura se desvaneció. En el mismo lugar donde lo ví por última vez algo brillaba en el suelo. Una chapa oxidada con un nombre grabado yacía en él, JAMES.

Al revelar la foto descubrí que esta había salido borrosa, como si la figura no quisiera dejarse ver.

La sujeté fuertemente, esperando a que me revelara algo. A los pocos segundos empecé a escuchar ruidos que provenían del fondo del túnel. A medida que me acercaba estos eran más claros. Parecía el sonido de alguien desesperado arañando una pared. Y entonces la ví. Una vieja puerta de mantenimiento que parecía no usarse desde hace décadas. Pertenecía a un túnel secundario que no era transitado. Entonces lo entendí todo. Alguien la había encerrado en esa habitación, y había fallecido. Ahora podía escucharla, era una mujer. No podía dejar de oír sus gritos agónicos en mi cabeza, cómo me pedía auxilio.

Me dispuse a abrir la puerta y ahí lo encontré. Un viejo y polvoriento cadáver yacía en el suelo, junto a la puerta. Exhaló su último aliento junto a la entrada, mientras pedía socorro. Llamaba a gritos a su captor, el hombre de la chapa oxidada. La habitación de mantenimiento estaba preparada para vivir en ella. Con una vieja cama, una mesa con dos sillas, un pequeño hornillo, libros esparcidos por el suelo... Mary Harrison, así se llamaba esa pobre mujer, vivió con su marido varios meses en este cuarto, al quedarse sin casa fruto de un incendio. El seguro no quiso responsabilizarse y lo perdieron todo. Pero poco a poco James fue perdiendo la cabeza. No dejaba de tener pesadillas, estaba obsesionado con el fuego, hasta que un día cerró esa puerta y no volvió más. Los últimos periódicos databan de Enero de 1952.

Lo único que la pobre Mary deseaba era descansar en paz, terminar el tormento que la eternidad le estaba deparando. Y por fin lo pudo lograr. La cuestión es que la historia no tendrá un verdadero final hasta que no salga a la luz y se de a conocer a todos aquellos que influyeron en el fatal desenlace. Además es clave saber quien era James y que le ocurrió después. Y en ello me hallo actualmente. James Harrison se suicidó a las pocas horas, arrojándose a las vías del tren. Por ello nadie supo mas que fue de su mujer, o más bien no les importó. Pero parece que el motivo de su desahucio es mucho más complejo, con temas de intereses y dinero que implican mucho más que esta pequeña historia. Nombres importantes se esconden, y ahora deben ser investigados. Por el momento he conseguido que Mary Harrison descanse en paz.
Descansa en paz
Pero esta no es la única historia que esconden estos túneles. Las voces continúan inundando el lugar, los susurros te acompañan a lo largo de sus túneles, las luces y sombras bailan... Formando otra parte más de Dark Nueva York.




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